No siempre conducir ha sido tan estresante como en la actualidad. Pero hoy en día, la velocidad, las grandes carreteras y la concepción del tiempo se han aunado contra el placer de la conducción.
Por suerte, aquí en la sierra uno no tiene por qué renunciar a deleitarse a los mandos de un volante, no hay por qué rehuir al placer de conducir por carreteras secundarias, esas que pasan por pueblos y que invitan a bajar la velocidad sin necesidad de que te obligue a ello un cartel, esas carreteras en las que apetece bajar la ventanilla, apoyar el codo en la puerta y respirar el aire puro, esas carreteras que invitan a escuchar nuestra música preferida, esas carreteras en las que parar es un placer porque uno ha sentido la necesidad de hacerlo y admirar las bellas imágenes que la naturaleza nos ofrece, en definitiva, esas carreteras en las que el camino es tan interesante como el destino.