Sones barrocos en el órgano de Castaño del Robledo
Castaño del Robledo es una de las localidades con mayor encanto de todo el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Catalogada como Conjunto Histórico Artístico desde 1982, su casco urbano ofrece la posibilidad de perderse por calles estrechas entre las que parece que el tiempo no ha transcurrido. Casas solariegas, empedrados centenarios y dos iglesias se convierten en algunos de los principales atractivos de un núcleo urbano que tuvo como párroco al insigne Benito Arias Montano durante su estancia en la Peña que hoy lleva su nombre, allá por el siglo XVI.
Precisamente se cree que fue el propio Arias Montano quien dio pie a la construcción de la Iglesia de Santiago El Mayor, una edificación que sigue los esquemas que divulgaron por Andalucía los miembros de la Compañía de Jesús y el arquitecto Hernán Ruiz II. Su planta de cruz latina con una sola nave acoge en la zona del coro uno de los atractivos de esta localidad que, tras décadas en el olvido, ha vuelto a emocionar a quienes han escuchado las notas a través de sus tubos metálicos.
Nos referimos al órgano parroquial, una joya del patrimonio barroco andaluz que fue restaurado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía hace una década. Construido en 1751 por Francisco Ortiguez, este instrumento es uno de los pocos ejemplos que quedan todavía en la Sierra de Aracena junto con el existente en la Iglesia de San Miguel de Jabugo y el de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Aroche.
Según el estudioso Manuel Jesús Carrasco Terriza, poco antes de su muerte, Antonio Suárez da Franca Corterreal, vecino de Castaño de origen portugués, dejó dispuesto en su testamento el 10 de septiembre de 1742, entre otros deseos, una memoria de misas y la construcción del órgano de tubos que se ha convertido en el orgullo del los dos centenares de habitantes de este pequeño pueblo.
El cura Francisco Muñiz, como albacea del testamento del hacendado vecino se encargó de las gestiones de contratación de un maestro organero que se hiciese cargo de este trabajo. Tras un primer intento no convincente, se iniciaron los contactos con Francisco Ortiguez, continuador en 1733 de la construcción del órgano de la Catedral de Sevilla que comenzaron fray Domingo de Aguirre y Diego de Orio.
Su proyecto, en síntesis, incluyó una caja de cinco castillos en fachada con molduras y teclado de 45 notas, de boj y granadillo. Todo ello en maderas de cedro y pino de Flandes, con fuelles de dos varas de largo por una de ancho y un presupuesto final de 6.000 reales. El 3 de agosto de 1751 finalizó el trabajo el maestro Ortíguez.
Durante los tres siglos siguientes, Hipólito Martín Cabeza, Vicente Garay, Benigno Sánchez Palomo, fray Servando Márquez, Manuel María González y Fernando González fueron los encargados de extraer las notas del órgano en las celebraciones religiosas. Éste último cesó en su actividad en 1864.
Según Carrasco Terriza, el órgano de Castaño del Robledo sonó por última vez entre los años 1948 y 1955. Medio siglo después, los vecinos de la localidad han vuelto a disfrutar del sonido del viento a través de los tubos (ahora) relucientes, que hicieron vibrar de nuevo a todos quienes llenaron la Iglesia de Santiago el Mayor durante los meses de noviembre y diciembre pasados.
El trabajo realizado durante los últimos años con este instrumento ha permitido también que muchos de sus vecinos escuchen por primera vez su sonido, oculto durante años y que ahora confiere mayor encanto a este rincón de la Sierra de Aracena, en el que el tiempo se ha detenido durante tres siglos.
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