Las solanas, patrimonio arquitectónico de la Sierra de Aracena
La armonía que reina en los pueblos de la Sierra de Aracena se debe, entre otros elementos, al histórico respeto de la arquitectura por el medio natural que rodea a los pueblos de esta parte de la provincia de Huelva. Durante siglos, las construcciones que se han realizado han estado enmarcadas dentro de una serie de estilos acordes con las posibilidades económicas de sus moradores así como influenciados por los condicionantes de distintos pobladores, como leoneses, portugueses o extremeños.
Aunque han existido diferentes épocas desde el punto de vista arquitectónico, la que dejó un sello más acentuado en el corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche es la que se situó en torno al siglo XVIII. Por aquel entonces, la bonanza económica en el campo permitió la edificación de viviendas en las que se aunaban las necesidades básicas y la funcionalidad de cara al trabajo en el campo.
Aparecieron así las bodegas y ‘doblaos’ (áticos), en los que se daba cabida a productos propios de esta tierra, como jamones, chacinas, frutas u hortalizas. A éstos se unió un elemento arquitectónico de gran vistosidad y que hoy día se conserva con majestuosidad en algunas viviendas de Fuenteheridos, Los Marines, Linares de la Sierra o Valdelarco, entre otros puntos: los corredores o solanas.
Las solanas son espacios techados comunicados en una parte con un patio, calle u otro espacio abierto, lo que permite la entrada de luz y ventilación a otras dependencias de la casa. Asimismo, las solanas han servido siempre como espacio para el secado de productos de la huerta, con vistas a su conservación o transformación en algún plato. Pese a no ser una construcción exclusiva de la Sierra de Aracena existen numerosos ejemplos repartidos por todo el espacio protegido que merecen un breve recorrido.
Su orientación al sur le confiere más horas de sol que a la otra cara de la vivienda, en la que suele estar situada la fachada principal, lo que hace que sea un espacio cálido y de gran vistosidad, como ocurre, por ejemplo, en Valdelarco.
La conservación de la arquitectura tradicional en este pequeño municipio ha permitido disfrutar hoy día de numerosas casas históricas con solanas disgregadas por la ladera del Valle del Arco que ocupa el pueblo. Los corredores presentan allí distintas formas y su utilidad sigue siendo apreciada por sus actuales propietarios.
La proliferación y mantenimiento de este elemento de la arquitectura vernácula queda patente con una vista de Valdelarco desde el Risco del Lomero. Los tejados se funden con las solanas y la majestuosa iglesia del Divino Salvador (siglo XVIII), en un espectáculo visual único en toda la Sierra de Aracena.
Aunque en su mayoría se conservan las solanas existentes, hay ejemplos de algunas de ellas tapiadas, que han perdido su utilidad y vistosidad original. Pese a todo, sobreviven numerosos ejemplos con el techado tradicional en madera, así como con los arcos de medio punto sostenidos con robustas columnas originales, como el caso de la casa solana situada en la Plaza El Coso de Fuenteheridos, en cuyos bajos se encuentra hoy un mesón restaurante.
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