Gandingueras, mondongueras, chacinantas… cada lugar tiene su nombre específico para denominar a estas mujeres –generalmente– en cuyas sabias manos está el secreto para que los embutidos de toda matanza casera de la Sierra de Aracena tengan ese sabor característico que a tantos enamora. Y es que su papel es fundamental en el proceso de disección y preparación de carnes y embutidos durante las duras jornadas de las matanzas domiciliarias que comienzan en breve, una vez los cerdos engorden y el frío esté más presente.

Ellas son portadoras de las recetas centenarias heredadas de generación en generación vía oral para que cada producto tenga su sabor específico: chorizos, morcillas, salchichones… Porque de ese paso inicial depende en buena parte el resultado final. Eso sí, también influye –y mucho– las condiciones de curación de cada pieza, que encuentran en la Sierra de Aracena un clima idóneo.

Como parte esencial de esta cultura en torno al cerdo ibérico, las gandingueras también tienen su papel protagonista en las actividades de la Feria del Jamón de Aracena. En concreto, en el Recinto Ferial de la Avenida Reina de los Ángeles. Allí, una demostración del embutido de chorizo según los métodos tradicionales es otro atractivo más para disfrutar durante el fin de semana.

Tanto el proceso como la maquinaria de madera artesana y artilugios que utilizan son una sorpresa para muchos, mientras que a otros le traen bonitos recuerdos del pasado. El amasado de la miga de chorizo previamente preparada, su paso por la máquina embutidora de dos plantas y el lento y laborioso proceso de introducción semi-mecánico en las tripas son un espectáculo que bien merece la pena disfrutar durante su visita a la Feria del Jamón de Aracena. 

Eso sí, las colas que se forman en torno a esta actividad están más que justificadas ya que se obsequia a los presentes con una tripa embutida con miga, o lo que viene a ser un chorizo fresco. Todo un atractivo para niños y no tan niños.