Flores en la Sierra de Aracena, la primavera llega cargada de aroma y colorido
La mezcla de colores y aromas es una seña de identidad característica de todo el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. La diversidad de especies florales y arbustivas ha dado lugar a la concentración de centenares de tonalidades y olores, que se convierten en protagonistas de la primavera serrana.
A lo largo y ancho de toda la Sierra de Aracena, la llegada de la primavera supone un cambio de traje para todo el campo. Las flores comienzan a inundarlo todo y el aroma embriagador de muchas especies se funde en el ambiente, permitiendo al turista disfrutar de instantes sacados del propio Paraíso.
Si damos un paseo por las dehesas de la Sierra de Aracena encontrará un sinfín de tonalidades que se unen al verde tradicional de encinas y alcornoques. A sus pies, alfombras de margaritas blancas y amarillas se funden con las lavandas, cuyo violeta característico y su cautivador perfume nos trasladan a parajes idílicos.
Allí, una vez comienza la primavera, podemos disfrutar de la riqueza floral de la encina y el alcornoque. Ambas especies han desplegado ya sus características flores alargadas de tonos amarillentos, que se asemejan a los flecos de los mantones de manila. Su verde tradicional pasa a un segundo plano durante unas semanas con el inicio del ciclo vital que dará a luz las bellotas para el alimento del cerdo ibérico.
Pero no sólo la dehesa atesora colores y olores. Si hablamos de aromas no podemos dejar a un lado a especies tan serranas como el romero, el tomillo, el orégano, el poleo, el hinojo o la zarzaparrilla. Todas aportan su esencia característica al espacio del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Aunque si hay que destacar una planta que aúne fragancia y vistosidad floral, ésa es la jara pringosa. Su penetrante olor está tan impregnado en la Sierra como los tapices de flores blancas que conforman en sus territorios cada primavera. Otras especies de jaras, menos presentes en el Parque, son los populares ‘jaguarzos’, con menos porte, así como los brezos, todos ellos también con flores de porte inmaculado.
La singularidad climática de la Sierra permite que, en su corazón, la zona comprendida entre Fuenteheridos, Galaroza y La Nava albergue un espacio propicio para los árboles frutales. Manzanos, perales y melocotoneros aportan su perfume de naturaleza a este rincón, preludio de los exquisitos frutos que engendran. Junto a la fragancia que irradian, el colorido y vistosidad de sus flores blancas contrasta sobremanera con el verde predominante de este espacio serrano.
El ‘imperio de los sentidos’ del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche se ve reforzado por el amplio abanico de tonalidades que atesora su masa forestal y sus numerosas flores silvestres. El monte mediterráneo de este espacio protegido se pone sus mejores galas cada primavera de la mano del rojo de tulipanes, gladiolos, amapolas, o los tonos ocres de las retamas, carquesas, aulagas o los tojos. Todo ello se funde con los distintos matices de verde de quejigos, castaños y robledales, que conforman un pentagrama visual en las laderas de los montes. El contraste lo ponen los troncos desnudos de los alcornoques, con su rojizo característico, tras desprenderse de su corteza, el corcho.
La riqueza fluvial de la Sierra de Aracena permite también la presencia de especies asociadas a los márgenes de los ríos y arroyos, como el brezo blanco, la rosa silvestre, el tilero o la adelfa. Otro exponente de riqueza visual y olfativa es el saúco, un árbol con flores blancas y aroma a limón, del que podría ser originario el nombre de Jabugo. La estampa de vida que conforman todas estas especies junto a la vegetación típica de ribera y al fluir constante del agua les confieren un valor añadido por la vistosidad de sus tonalidades y perfumes.
Para Cristina Sánchez, responsable del Proyecto Rubia de la UE (para el estudio de plantas en el arco mediterráneo), la flora del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche es propiamente mediterránea, “aunque marcada por la humedad y las formaciones rocosas que existen”.
El trabajo de campo que está realizando le ha permitido descubrir zonas de gran riqueza en fragancias y colorido, “como el Carril Blanco (que une Higuera de la Sierra con Zufre), el paraje de las Peñas de Aroche, la zona entre Fuenteheridos y Castaño del Robledo, la aliseda entre Almonaster la Real y La Escalada, las dehesas de Santa Ana la Real, los castañares o los arroyos y cursos fluviales”. Sólo algunos ejemplos de los rincones de la Sierra de Aracena en el que la Naturaleza sigue su curso de forma ordenada y sin sobresaltos.
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