En lo más alto, desde la libertad del cielo de nuestras sierras y dialogando con el viento, la flor de pita contempla a sus pies la vida que transcurre plácidamente.

Es curioso que esta planta, el agave o pita, florezca una sola vez en su vida para morir después. A su muerte, deja una abundante descendencia, a lo largo de su tallo van saliendo pequeñas ramas en forma de pirámide, terminando cada una en un grupo de flores de color amarillo-verdoso, polinizadas habitualmente por multitud de insectos.

Probablemente fueron los exploradores españoles y portugueses quienes introdujeron esta planta en Europa, atraídos por sus propiedades medicinales y curativas.

Nacho Suárez Obel